domingo, 22 de julio de 2012

Los Biris, el corazón del Sevillismo (Así no, Biris)



Me queda el pecho viudo si me quito tu razón, que más que mi corazón a mí me late tu escudo. Antonio García Barbeito, Pregón del Centenario del Sevilla FC.

Y los Biris , el corazón del sevillismo, mis Biris de toda la vida, con los que yo crecí, con los que yo lloré, con los que yo canté, se han tirado al monte. 

El que escribe, un día del verano de 1975, - año de fundación de la la peña Biri-Biri - cuando cumplió la mayoría de edad y entregó su primer sueldo en casa, decidió unirse a la familia sevillista para toda la vida. Me saqué mi carnet de socio y me fui en pantalones cortos al gol Norte con la Peña Biri y 37 años después, me han salido las canas en la fila 16 de Gol Sur.

Ha llovido mucho desde entonces, y sería injusto por mi parte, ignorar el protagonismo decisivo que en momentos claves del club, ha tenido esta bendita peña para proteger, preservar y defender al club que llevamos prendido en nuestro corazón.

La impagable aportación de la Peña Biri Biri  hacía nuestro club en los momentos más difíciles de nuestra historia, son inolvidables. Su incondicional apoyo a quienes lucen en su pecho nuestro escudo tampoco es cuestionable. Su fidelidad a nuestros colores, está fuera de toda duda. Su inquebrantable sevillismo tampoco. 

Pero lamentablemente con su actitud el otro día en Rota, han cruzado una línea roja que nunca debieron cruzar. Y no fue la primera vez que cometían esas tropelías, ni tampoco ha sido la primera vez que la imagen y las arcas del club, salen muy perjudicadas por esa violenta e innecesaria batalla campal que provocaron en Rota.

Nadie en el Sevilla tiene derecho de pernada, ni nadie es intocable. Los Biris tampoco. Por tanto estamos del lado de la entidad cuando nuestro presidente ha dicho ¡Basta!.  La violencia está reñida con nuestra razón de ser, y ninguna excusa puede justificar el comportamiento violento de un grupo de aficionados del Sevilla Fútbol Club, sean socios o no, que quede impune. El sevillismo está abochornado con estos gamberros y estoy seguro que se lo hará saber en el foro adecuado: en el Ramón Sánchez Pizjuán a la primera oportunidad que tengan.

Hace bien la entidad en preservar el buen nombre del club con las medidas anunciadas que me parecen acertadas y que se resume en una sola idea. TOLERANCIA CERO a la actitudes violentas de una parte de la afición del Sevilla.

Los guardianes de Nervión, nuestros Biris, deben abandonar cuanto antes esa actitud violenta y agresiva que llevan a cuestas allá donde se desplazan. Deben recuperar ese estilo que les caracterizó como la mejor afición del mundo, y deben, sobre todo,  asumir que con esa actitud violenta, no nos representan.

Hemos leído el comunicado de los Biris, y es del todo inadmisible que pretendan convertirse en  víctimas cuando en su seno están los agresores.  Debe  asumir su error y expulsar de su seno a quienes manchan su nombre y en consecuencia, el de todo el sevillismo. La legítima discrepancia con la gestión  y los gestores del club, no deben ser excusa para promover y amparar la violencia en el seno de nuestra afición. Si alguien ha sido crítico con la gestión del club, ahí están nuestros artículos anteriores donde, incluso, hemos pedido ladimisión del Presidente, pero no hay que confundir las plumas con los patos.

Sólo los Biris pueden arreglar este deplorable episodio  y el camino anunciado en su comunicado, no va en la buena dirección. Si no dan un giro de 180 grados en su actitud violenta, corren el riesgo de que su misma afición les de la espalda, como otras aficiones se la han dado a otros colectivos violentos de nuestro fútbol en Madrid y Barcelona. Y sería lamentable que la maravillosa historia de los Biris terminara de esa manera. 

Presumimos, y con orgullo, que nuestra bandera, nuestro escudo y nuestra afición, es lo único importante. Y ese grupo de salvajes, han mancillado la bandera, maltratado el escudo y avergonzado a nuestra afición, la más grande del mundo. Rectifiquen por favor, el sevillismo os lo exige.

sábado, 14 de julio de 2012

Ni revolución , ni inmovilísmo (Capitulo cuatro y último: El Presidente)



El Sevilla de los seis títulos en 17 meses, y que fue durante dos años consecutivos el mejor equipo del mundo, pasará a engrosar las enciclopedias del fútbol junto a otras grandes escuadras que han dado luz y esplendor a este maravilloso deporte de masas.

El Sevilla Fútbol Club del Centenario, se ganó a pulso un sitio en el Olimpo de los equipos más grandes de la historia del fútbol y ocupó un lugar preferente en ese escalafón donde estuvieron el Manchester United de Bobby Charlton de los años 50, el Inter de Suárez en la década de los 60, el Brasil y el Santos de Pelé en los 70, el Benfica de Eusebio y el Ajax de Cruyff, la Argentina de Maradona en los 80, el Madrid de Di Stéfano en blanco y negro, y el Barcelona de Guardiola y Messi 

Y esos éxitos, subrayados con tinta indeleble en la memoria histórica del sevillismo, fueron posibles gracias a que llegó a la Presidencia del Sevilla Fútbol Club, un hombre, sevillista desde la cuna, arrojado, arrollador y con una tremenda ilusión para hacer de su club, una entidad respetada, admirada y envidiada en todo el orbe futbolístico.

José María del Nido Benavente arrancó su gestión presidencial cuando el club venía de largas décadas de ostracismo y de una situación interna convulsa que enfrentaba a sevillistas contra sevillistas con una frase y un gesto; la frase fue “Los 40 millones de deuda del club son calderilla para mi consejo de administración”; el gesto, escribir sobre una servilleta de papel las gestas deportivas que aspiraba y que luego se alcanzarían.




Y ese Presidente, querido y admirado por el sevillismo, pero tildado de prepotente fuera de la familia sevillista, arrogante casi hasta generar odio ajeno allá donde va, insolente y provocador contra el poder absoluto de blaugranas y merengues, brazo armado contra el absolutismo ejercido desde las rotativas de Madrid, ferviente defensor de todo cuanto importara a los intereses de nuestra entidad, parece que también, como los títulos, ha pasado a la historia.

Más allá de su delicadísima situación procesal, de la que ya hemos hablado en este blog, no sabemos que queda de ese presidente al que 40 millones de euros de deuda le parecía calderilla al inicio de su mandato. Si nos atenemos a los balances económicos aprobados anualmente en las Juntas Generales de Accionistas, el club lleva varia años en números negros, y con un activo (a fecha de Diciembre de 2011), de varias decenas de millones de euros. Nuestra situación  financiera, es, de ser ciertos esos números, y no tenemos motivos para dudarlo, lo suficientemente solvente para tener, en estos tiempos de crisis, un colchón lo suficientemente grueso como para no prever a corto y medio plazo, ningún sobresalto económico.

Cierto es, que la pavorosa crisis en la que vive España, provocada por la oligarquía financiera y que también ha llegado al mundo del fútbol, obliga a ser muy prudente en el gasto, y a pelear cada euro para salvar el balance económico del ejercicio. Pero eso, que siempre debe ser una práctica obligatoria, no debe estar reñido con la exigencia y la ambición por tener cada día más,  una entidad poderosa en lo deportivo, en lo económico y en lo institucional.


Y no decimos que se haya renunciado a ello, pero los pasos que se viene dando en los últimos tiempos, van en camino contrario. Los grandes equipos nunca dan un paso hacía atrás, ni siquiera para coger impulso. Y nosotros –lo ha declarado el Presidente- lo hemos dado. La despedida de Kanouté es simbólicamente, la evidencia de ese fin de ciclo, que nuestros dirigentes no han sabido darle continuidad.

Estamos por tanto, donde siempre hemos estado deportivamente hablando. Cada año hemos bajado varios peldaños de esa figurada escalera del éxito que nos llevó a lo más alto y hemos pasado, en muy poco tiempo, de deslumbrar a Europa y al mundo con nuestro fútbol, a quedarnos fuera de las competiciones europeas. Y superar esa realidad, corresponde a quienes tienen la responsabilidad de la gestión del club.

Sabíamos que no era fácil mantenerse en el éxito; que ese ciclo victorioso que nos llevó a ser el más grande entre los grandes, era muy difícil de repetir, pero quien renuncia a seguir estando en la élite, quien a sabiendas de sus consecuencias, reduce su presupuesto y vulgariza la plantilla, debe saber que inicia un camino, que más temprano que tarde, le alejará de la Presidencia del club.

En ningún orden de la vida, y en fútbol tampoco, no existen los espacios vacíos. Y tarde o temprano llegará a la zona noble de Nervión otro que haga como aquél Del Nido que convirtió la deuda del club en calderilla. Un equipo grande nunca pueda partir de cero y solo hay que releer la gloriosa historia de nuestra entidad para saber lo que nos ha costado llegar hasta aquí. El sevillismo no quiere resignarse a morir de éxito, tras una travesía llena de obstáculos y dificultades.

José María Del Nido Benavente, ha cubierto de gloria nuestra reciente historia, y sabe la fórmula para no dilapidar nuestro patrimonio deportivo e institucional. Sabe como de orgullosos hemos estado los sevillistas de su gestión, y sabe que en nuestro ADN no ocupa lugar la resignación y la bajada de brazos. Él nos ayudó a recuperar nuestras señas de identidad, perdidas durante décadas en el valle de la mediocridad. Él nos enseñó a mirar a los ojos a los poderosos, a mantener esa mirada desafiante al que te quiere pisotear y supo siempre que en esa desigual batalla, tenía con él, el apoyo incondicional del sevillismo. Pero estos tiempos de crisis, no deben ser escusas para bajar los brazos.

La solución está en el consejo de Administración que nos traído hasta aquí, pero si de la planta noble del Ramón Sánchez Pizjuán, no sale una inequívoca señal de impulso para recuperar cuanto antes el prestigio deportivo perdido, los pañuelos en la grada dictaran sentencia más pronto que tarde. Y eso, desde cualquier punto de vista, sería lamentable.